Castigos excesivos en Irán

20/Jun/2016

La Nueva Provincia (Bahía Blanca), por Emilio J. Cárdenas

Castigos excesivos en Irán

Acostumbrados a las ruidosas megafiestas de nuestros jóvenes y a los desbordes de distinto tipo que allí ocurren, como si fueran inevitables y no hubiera otra forma de divertirse, nos sorprendió la dureza de una reciente noticia llegada desde Irán.
La justicia con jurisdicción sobre la ciudad de Qazvin, emplazada a unos 120 kilómetros al noroeste de la capital, Teherán, acaba de juzgar y condenar a recibir 99 azotes a un grupo de jóvenes de ambos sexos que concurrió a una fiesta nocturna privada, en una quinta de esa ciudad, en la que festejaban la graduación de algunos de ellos y se animaron a bailar sin estar algunos de ellos vestidos de acuerdo a las estrictas normas religiosas aplicables a las mujeres. Las que disimulan sus curvas. Y, peor, también a tomar bebidas alcohólicas, lo que es ilegal en Irán.
Los latigazos se propinaron a más de treinta jóvenes, hombres y mujeres por igual, dentro de las 24 horas del episodio que se tuvo por condenable. De inmediato, entonces. Por su pretendido efecto ejemplar, cabe presumir.
Los latigazos han sido propinados con alguna asiduidad desde que los clérigos se adueñaron de Irán, en la revolución de 1979. Pero de alguna manera habían caído en cierto desuso. Se sospecha que en el incidente hay un mensaje implícito a los políticos reformistas, como el propio presidente Hassan Rouhani, que ha sido enviado por la línea dura conservadora: nada de ampliar los márgenes de libertad personal. Ni siquiera en privado.
Arrestos similares se han producido contemporáneamente en otras dos ciudades, esto es en Kerman y Semnan. En la segunda de esas ciudades se allanaron departamentos en los que vive gente soltera que, según las autoridades es más proclive a las conductas que violan las normas sociales del Islam, aplicadas con total rigidez. Especialmente a las que tienen que ver con la prohibición del uso de drogas; o de ingerir alcohol; o de tener antenas satelitales con las que de pronto se puedan captar las emisiones de la televisión extranjera. De no creer.
Pero las cosas son efectivamente así. Por ahora al menos. Hay miedo, o pavura, respecto de permitir que ocurran cambios sociales, por pequeños y poco peligrosos que ellos sean. Particularmente cuando de la vestimenta de las mujeres se trata. Una pena.
Esto coincide con la reciente designación de Ahmad Jannati, un clérigo conservador “duro” de 89 años de edad, como cabeza de la Asamblea de Expertos, el cuerpo encargado de elegir al sucesor del actual líder supremo, el Ayatollah Alí Khamenei. Esto fortalece naturalmente a los clérigos conservadores “duros” que sostienen que la legitimidad de su gobierno viene de Dios y no de los votos del pueblo. Y debilita a los reformistas, que piensan lo contrario. Los votos en las urnas prefieren claramente a los reformistas, pero el poder, queda visto, está firmemente en manos de los conservadores. Lo que se ratifica con la reelección de Ali Larijani como presidente del parlamento iraní, otro “duro” conservador.
El régimen sigue fuerte, entonces. Bajo el control de los conservadores. Bien o mal.